El gesto estético y el signo primordial. Una reunión con las obras nuevas de Davide Tedeschini. 

por Davide Miceli 

curador 


El arte es una experiencia visual. Maieutics de pensamientos y emociones, generativos de gestos. Al acercarse a una obra, un ramo de otros sentidos se abre gradualmente, activando y revitalizando inconscientemente la raíz humana del encuentro con la belleza.

Hay un momento el encuentro entre el trabajo y la mirada en el que la expectativa se fusiona con la realidad y luego se fusiona y genera infinitas nuevas interacciones.

Lo primero posible es que entre las formas arquetípicas presentes en nuestra mente y lo que el artista ha impreso en el lienzo.

Una memoria histórica inscrita en la herencia inconsciente del hombre y el gesto del artista, un acto humano calificado por la voluntad de producir un signo.

Dentro de este marco, la antología de novas de ópera propuesta por Davide Tedeschini surge en un diálogo semántico entre pasado y presente, entre memoria y actualidad, entre inconsciente y conciencia.

Experimentar su trabajo significa correr el riesgo de un proceso siempre activo de confrontación entre formas dialécticas distantes y distintas pero siempre en comunicación.

El gesto atávico, fenomenal y el noumenal incrustados en nuestra inteligibilidad del mundo.

Un gesto estético que hunde su morfología en el signo primordial.

A veces expresado por otro velado, mediado pero siempre instintivo. A la vez reflexionó e inmediata. Meditado porque la mente con su velocidad se imagina que lo contempla, pero de inmediato porque la mano realiza su creatividad de forma gratuita al satisfacer la porosidad del lienzo y la viscosidad del color.

Aquí, en el cuadro de Davide Tedeschini, el diálogo entre el hombre y la naturaleza se puede sentir como en Quercia, donde el tronco de una carcasa se interpone con el árbol, del cual quedan las costillas.

O como en el campo de maíz donde los robustos tallos de cereal pueden combinarse con dardos primordiales plantados en el suelo. Incluso donde el tema puede aparecer, el gesto es antiguo, original (también vería la metáfora del campo como "lager" y la multitud como "gente", ya que después de los genocidios de los años 30 siempre existe este triste legado en Europa. y en el mediterraneo Aves / migrantes, orejas / dardos / stanzialities etc ... n.d.r.)

Un viaje contemporáneo en los tiempos más jóvenes de la humanidad, cuando el arte daba sus primeros pasos. Al mostrar cómo el siempre cambiante proceso artístico no olvida estos orígenes.

El motivo no ha cambiado. Deje una marca, diga, ensúciese las manos e inspire a aquellos que se encontrarán con esas pistas.

Si te fijas bien, Davide Tedeschini, un artista ecléctico capaz de sorprender, sigue el curso del arte a lo largo del tiempo, con un viaje que va del cuerpo a la naturaleza, del hombre a las otras formas de vida sin olvidar el alfabeto de emociones que cada uno De nosotros hemos entrado desde sus primeros pasos en este mundo.

La pintura es una posible respuesta a dos de las preguntas existenciales que siempre han acompañado a la humanidad: quiénes somos? A donde vamos?

Somos los autores de esos signos, acompañados por los mismos temores, las mismas esperanzas. Nos estamos moviendo hacia un futuro del cual solo podemos hacer predicciones.

No tenemos certezas consolidadas. Sólo convicciones. En una sociedad con una alta complejidad, en la que el lenguaje ha aumentado los horizontes y la comunicación se ha vuelto más difícil, la simplicidad de los signos artísticos de Davide Tedeschini parece ser capaz de tranquilizarse: rasgos universales, signos comprensibles en la Babel de la hipercomunicación.

Detienen el flujo, nos permiten avanzar más rápidamente. Y mientras tanto, inducen una reflexión rápida y no olvidada: aún sabemos cómo mirar?

La respuesta es la pregunta que queda abierta a la elección del usuario.

El arte tiene una función estética y social.

La belleza y la comunidad. El gusto y el encuentro. Compartir, dialogar, reconocer. Activar procesos continuos.

El camino es largo y está marcado por varios pasos, elecciones continuas, siempre posibles ocasiones: necesidad de ojos, mente y corazón.

En la parte inferior, cada vez que finaliza el día, solo desea volver a su refugio tranquilizador y, como en Camino a casa, cada detalle, cada señal nos lleva a nuestro refugio original: ayer una cueva, hoy una casa en la que las obras de arte Nos pueden recordar este camino.

 La substancia en un mundo caótico

La pintura de David Tedeschini

Texto de Emanuela Muccigrosso

Historiadora del Arte


La pintura de Davide Tedeschini representa una oportunidad para afrontar el arte contemporáneo no sólo en su producto final, a saber, la imagen, sino sobre todo en su capacidad de portar a la luz experiencias biográficas, en su posibilidad de estratificarse en el curso de los años. Es tan fuerte el impacto estético que a una lectura inmediata podríamos dar una definición de "brutal", que evoca las experiencias recientes típicas del Art Brut. Recuerda la pintura "salvaje" y, por esta razón, puede traer a la mente las corrientes del expresionismo francés y alemán, pero es necesario considerar también entre las influencias el grupo europeo CO.BR.A, en modo particular la figura y las obras de Jorn, en quien tenemos encontramos una total libertad expresiva y colores enfatizados en el espesor de la pincelada. Profesor de profesión, se ha desempeñado también en el periodismo y la escritura, escribiendo algunos ensayos sobre la actualidad del ambiente artístico y es tal vez en este caso que encontramos algunas claves de lectura de esta pintura que difícilmente encuentra referencias en las experiencias pictóricas contemporáneas, ricas en la figuración o incluso en el referencialismo y manierismo anticuario, que al ojo experto aparecen como productos de mercado respecto a la pintura en cuestión. Es por eso que, siendo honestos, esta pintura no se puede comprender con el simple acercamiento o descubriendo referencias pictóricas o del arte historizado sino simplemente, es algo que encuentra al momento una originalidad intrínseca. El acercamiento del mundo de hoy a aquel de Europa de los años 30 no es, sin embargo, pertinente para un artista que no se ha dejado jamás seducir por las propuestas comerciales. De la veintena de obras de 2018, catorce son enormes tablas, de colores cálidos pero intensos, comunicativos. Caracterizados también de temas e intenciones representativos, diferentes los unos de los otros. Se pasa del matérico a la violencia colorista del Art Brut, al sintetismo, hasta llegar a lo abstracto. Todo esto sucede gradualmente, sin exaltar al observador, casi para recrear un matiz de su cambio estilístico en el curso de los años. Nos permite entrar en su cotidianeidad, en su pasado atormentado y en los paisajes pesadamente marcados por fuertes trazos de color, como en el caso de "Villaggio in fondo alla valle", muestran el uso de las manos en el acto de extender el color. Un color espeso y denso que adquiere un significado introspectivo, referente a la muerte y a las vivencias del pasado, en la "Carcassa", en la que están presentes: huesos, en primer plano y, en la penumbra, dos oscuras figuras. El trío "Natura morta con cardi", "Lavoro nei campi" y "Tavola imbandita" representa un conjunto caótico de elementos, de facto el horror vacui de este grupo. De la manía casi obsesiva de reproducir cuantas más formas posibles se pasa a la sintetización casi total, sea de la de la forma que del color, en "Gabbiani", "Lattuga" y "Campi di grano". El sintetismo de estas tablas respecto a las precedentes impacta tanto cuanto la vista de primer plano sobre los elementos representados, como si el artista pintase a través de una lupa. Múltiples son los elementos abstractos. En la "Casa in riva al mare" no tenemos más que pinceladas breves que sólo en las tonalidades nos llevan al título de la puntura, pero es en las dos tablas tituladas "Libertà" y "Europa" que lo abstracto logra emerger en sus tecnicismos. Observando las dos obras, cuya característica principal es el acercamiento frenético de manchas densas de color, no se puede no recordar los primerísimos intentos del suceso de KandinskiJ. El artista romano ha hecho un itinerario, que lo ha llevado al logro de una línea de límite entre lo figurativo y lo abstracto, con una particular atención al minimalismo en las tres enormes telas que constituyen el punto de fuerza de toda la colección. Lo vemos más claramente en "Campo di grano" y "Gabbiani" que en "Quercia", en la que continúa la labor de síntesis de las obras a color y nos regala in efecto de ulterior ampliación de visión del objeto en cuestión. No obstante, una mayor contribución de su estilo es el uso dicromático del blanco y del negro. Se acerca a Franz Kline que pinta el blanco y el negro resaltando la abstracción de la línea, desinteresándose de la forma, y a Keith Haring, que en el body art black & white ha dado ejemplo representativo de primitivismo técnico. Pero son las expresiones contemporáneas que a mí me interesan: en la Bienal de Venecia de 2017, los pabellones de Argentina, de Italia, de Rusia, han utilizado el blanco como forma de expresión fuerte y eficaz. El pabellón de México, por su parte, a través del contraste de estas dos tonalidades básicas ha creado un nuevo lenguaje. Tenemos una forma, la percibimos, la entendemos, pero está reducida a la extrema esencialidad. Como si debiéramos observar la substancia, la esencialidad de las cosas, de los elementos, en este caso, de la naturaleza. Un regreso a la primordialidad del arte. El blanco de la tela es el soporte contemporáneo y alternativo a la pared de la caverna. El negro es la materia a través de la cual se puede imprimir una idea de lo que llega a la mente del artista. Y es precisamente la pintura primordial el objetivo primario de Tedeschini. La llegada a la total abstracción puede ser traducida en la búsqueda infantil y en el espontáneo trazo pictórico. El pintor desea recuperar la inmediata comunicabilidad de la simplicidad, terminando un itinerario que lo ha llevado a inspirarse frecuentemente en las vanguardias del siglo XX, apuntando concretamente a la abstracción, pero al mismo tiempo lo hace en modo personal y original.